El trastorno por déficit de atención e hiperactividad en los niños es una condición común que afecta a los niños tres veces más que a las niñas. Un niño hiperactivo requiere paciencia y apoyo de los padres, sobre todo porque la hiperactividad se manifiesta más tarde en la vida con problemas de comportamiento, comunicación y aprendizaje. Dado que la hiperactividad es un hecho común, es útil conocer algunos consejos sobre cómo tratar la hiperactividad de su hijo.

Síntomas de hiperactividad en el niño

Existen diferentes grados de hiperactividad. Los bebés en la infancia no suelen presentar todos los síntomas de hiperactividad, pero su bebé puede ser hiperactivo si tiene cólicos, es difícil de alimentar, llora y grita mucho a pesar de que le den de comer y le muestren cariño, y si se golpea la cabeza y rompe a llorar por ello. También puede babear con frecuencia, tener mucha sed y dormir muy poco. Algunos niños hiperactivos duermen sólo 3-4 horas al día.

Algunos padres saben que su bebé es hiperactivo ya en las primeras semanas de su vida, e incluso antes de nacer si el bebé da patadas con frecuencia mientras está en el vientre de la madre. Muchos bebés hiperactivos odian que los lleven en brazos, los acurruquen y los acunen, a diferencia de otros bebés que encuentran estas actividades tranquilizadoras. Si los brazos y las piernas de su bebé se ponen rígidos o se dobla hacia atrás cuando intenta cogerlo o alimentarlo, podría ser un signo de hiperactividad. Sin embargo, por otro lado, muchos bebés se doblan cuando tienen sueño.

Causas del trastorno por déficit de atención e hiperactividad en los niños

Las investigaciones demuestran que la hiperactividad suele estar causada por los aditivos químicos de los alimentos. Los bebés entran en contacto con ellos a través de la leche materna. Los mayores culpables son los conservantes, los colorantes y los aromatizantes. Si los padres ignoran el problema de la hiperactividad, el niño puede volverse torpe con el tiempo, chocar con los objetos y tener déficits de atención. Esto puede afectar negativamente al desarrollo social del niño, ya que los niños hiperactivos suelen ser agresivos e inquietos. El déficit de atención por hiperactividad en los niños también puede hacer mella en el aprendizaje y afectar al desarrollo físico del niño. Las quejas físicas asociadas a la hiperactividad incluyen problemas de sueño a largo plazo, alergias, asma, falta de apetito, dolores de cabeza y de estómago.

Complicaciones del trastorno por déficit de atención e hiperactividad

Los síntomas del TDAH suelen dificultar el éxito escolar, laboral o social. Las personas con hiperactividad se enfrentan a la incomprensión, el rechazo y se enfrentan constantemente al fracaso. Es difícil mantener una alta autoestima en tales circunstancias. La información negativa sobre ellos mismos se convierte en algo cotidiano. Las investigaciones demuestran que los niños con TDAH, en mayor medida que sus compañeros, corren el riesgo de sufrir trastornos mentales y otros problemas de salud, tanto en la infancia como en la vida adulta. El riesgo de complicaciones es alto incluso en los adultos que han crecido con TDAH.

Las complicaciones del síndrome de TDAH incluyen:

  • baja autoestima,
  • depresión,
  • trastornos de ansiedad,
  • mayor riesgo de suicidio,
  • adicción a sustancias psicoactivas (cigarrillos, alcohol, drogas),
  • personalidad antisocial,
  • conflictos con los compañeros y los adultos,
  • conflictos con la ley,
  • problemas financieros,
  • lesiones,
  • obesidad,
  • falta de educación en relación con las capacidades intelectuales.

El TDAH puede superarse, las complicaciones no, por lo que la prevención es muy importante.

¿Qué debe hacer si su hijo es hiperactivo?

Si sospecha que la hiperactividad de su hijo está relacionada con su dieta, evite los alimentos con conservantes. Entre el cuarto y el sexto mes de un bebé alimentado con leche modificada (y a partir del sexto mes de un bebé amamantado), empiece a introducir nuevos productos uno a uno para poder observar cualquier reacción alérgica. A veces los bebés tienen alergia a los colorantes de los alimentos, que se manifiesta de forma similar a la hiperactividad. Preste atención a cuándo su hijo se vuelve hiperactivo y a lo que ha comido antes. Hable de ello con su pediatra. Limite también el consumo de azúcar de su hijo. Algunos niños son sensibles al azúcar, lo que les hace estar visiblemente agitados.

¿Cómo calmar a un niño hiperactivo?

  • Asegúrese de que su hijo duerme lo suficiente. Un bebé cansado puede volverse hiperactivo. La mayoría de los bebés mayores duermen unas 12 horas por la noche y 2-3 horas durante el día.
  • Dé a su bebé un baño caliente. Utilice un jabón de lavanda diseñado para la piel sensible de su bebé. Deje que su bebé juegue en el agua, esto le ayudará a relajarse y calmarse.
  • Cántele a su bebé canciones tranquilas en voz baja.
  • Lleve a su bebé a dar un largo paseo en el cochecito.
  • Siéntese con su bebé en una silla mecedora. Si empieza a tener sueño, póngalo en la cuna para que duerma una siesta.

La hiperactividad de un bebé es un reto para los padres. Un bebé puede ser hiperactivo por muchas razones, como el cansancio, la sobreestimulación y la necesidad de descanso. Su dieta o la de la madre que lo amamanta también puede ser la culpable. Afortunadamente, hay varias formas de tratar este problema.


Fuente:

  • https://portal.abczdrowie.pl/nadpobudliwosc-u-dziecka