Los comportamientos, intereses o actividades que muestra la persona autista son claramente atípicos o excesivos en relación con su edad y su contexto sociocultural. Los síntomas del TEA en este ámbito incluyen:

  • una tendencia a la constancia: incluso los cambios triviales (por ejemplo, en el entorno o el horario diario) pueden desencadenar ansiedad y rabietas en el niño;
  • apego excesivo a las rutinas y los rituales, por ejemplo, insistir en comer la misma comida todos los días o tomar el mismo camino
  • inflexibilidad en relación con el seguimiento de las normas;
  • comportamientos estereotipados y repetitivos, uso de objetos o del habla (por ejemplo, sacudir objetos o colocarlos en fila, o ecolalia, que consiste en repetir -como un eco- palabras o frases escuchadas)
  • movimientos motrices repetitivos y estereotipados, como movimientos de todo el cuerpo (por ejemplo, balanceo), marcha atípica (por ejemplo, ponerse de puntillas), movimientos atípicos de las manos o los dedos y postura;
  • preocupación persistente por uno o más intereses particulares, partes de objetos o ciertos tipos de estímulos, o un apego inusualmente fuerte a objetos inusuales;
  • hipersensibilidad o hiposensibilidad a los estímulos sensoriales o interés inusual por los aspectos sensoriales del entorno, por ejemplo, indiferencia aparente al calor/frío/dolor, fascinación por las luces y los objetos giratorios, respuestas inapropiadas a sonidos y texturas específicas, olfateo o tacto excesivo de los objetos.

Fuente:

  • https://www.damian.pl/zdrowie-psychiczne/autyzm/