El miedo es natural. Es normal que los niños muy pequeños tengan miedo a la oscuridad y que los niños en edad escolar se preocupen por si encontrarán amigos. Sin embargo, a veces un simple miedo infantil se convierte en algo más serio. Una niña pequeña puede tener miedo de dejar a su madre, aunque quiera subir al autobús escolar, y un niño ansioso puede necesitar que le tranquilicen con frecuencia sobre lo que ocurrió hace un mes.

Los niños pueden desarrollar un trastorno de ansiedad. Con el tiempo, el trastorno puede empezar a interferir con las amistades del niño, su vida familiar y su trabajo escolar. A pesar de ello, la ansiedad puede pasar desapercibida para los padres y cuidadores.

En primer lugar, la ansiedad no significa necesariamente que no puedas funcionar, sino que puede dificultar algunas actividades. Por ejemplo, los deberes que deberían llevar 20 minutos pueden llevar una hora. Con la ansiedad, es importante recordar lo interna que es. Domina los pensamientos del niño, pero puede no ser evidente para los que le rodean.

También cabe señalar que en mi trabajo como psiquiatra infantil veo a muchos niños ansiosos que, sin embargo, son básicamente felices y disfrutan de la vida. Tal vez sólo tengan problemas en determinadas situaciones, lo que puede hacer que sea más fácil pasar por alto su ansiedad.

Signos externos de ansiedad en los niños

Cuando la ansiedad se expresa externamente, puede haber una amplia gama de signos y síntomas, lo que a menudo dificulta su identificación.

  • Los niños pueden tener problemas para dormir, quejarse de dolores de estómago u otras molestias físicas.
  • Pueden evitar el contacto con los padres o cuidadores y aferrarse a ellos.
  • También pueden tener problemas de concentración en clase o ser muy movidos -me gusta decir-: “No todo lo que se mueve es TDAH”, aunque suele ser lo primero que sospechamos en un niño hiperactivo o desatento.
  • Pueden tener arrebatos que hacen pensar que son opositores, cuando se activa su mecanismo de lucha o huida.

Las palabras que utilizamos para describir nuestra ansiedad también pueden distraer. Las personas utilizan muchas palabras diferentes para describir cómo se sienten: los niños pueden decir que son inseguros, tímidos, ansiosos, preocupados o asustados. Estas palabras transmiten bien lo que están luchando, pero centrarse demasiado en ellas puede distraer del hecho de que la ansiedad es un factor subyacente, no un fallo personal de la personalidad.

Las consecuencias de la ansiedad no tratada

Si se observan las tasas de prevalencia de los trastornos de ansiedad, se verá que las cifras aumentan a medida que los niños crecen. Esto tiene sentido porque los trastornos de ansiedad son de naturaleza cognitiva y, por tanto, se desarrollan a medida que se desarrollan nuestras capacidades cognitivas. Por ejemplo, la ansiedad por separación surge pronto, mientras que el trastorno de ansiedad social tiende a desarrollarse después de la adolescencia. Un estudio de más de 10.000 niños entrevistados por profesionales cualificados reveló que más del 30% de los niños desarrollaron un trastorno de ansiedad antes de los 18 años.

La ansiedad suele ser recurrente, y la ansiedad en la infancia suele ser precursora de la ansiedad en la edad adulta, especialmente en los niños que no reciben tratamiento. El mismo estudio reveló que el 80% de los niños con ansiedad no reciben tratamiento. Muchos adultos que buscan ayuda para la ansiedad recuerdan haber experimentado ansiedad cuando eran más jóvenes, lo que significa que han estado luchando durante mucho tiempo y podrían beneficiarse del tratamiento cuando eran niños.

La evitación aumenta la ansiedad

Los niños con ansiedad no tratada también empiezan a desarrollar malas habilidades de afrontamiento. Un ejemplo común es la evitación: las personas que experimentan una ansiedad grave intentan manejarla evitando las cosas que les producen ansiedad. Se trata de una solución a corto plazo que, por desgracia, refuerza la ansiedad en lugar de domarla.

Del mismo modo, la ansiedad no tratada puede conducir a una menor autoestima, a problemas de aprendizaje y a la automedicación mediante el abuso de sustancias.

La ansiedad conduce a la depresión

Las personas que viven con ansiedad durante largos periodos de tiempo también son más propensas a desarrollar depresión. No es raro ver a pacientes que se presentan para recibir tratamiento por depresión o síntomas depresivos, y resulta que también han luchado contra la ansiedad a lo largo de su vida. En estos casos, las personas necesitan tratamiento para la ansiedad y la depresión.

Afortunadamente, ahora sabemos mucho sobre el tratamiento de la ansiedad. Responde muy bien a la terapia cognitivo-conductual, y hay fármacos que funcionan. Recibir ayuda supone una gran diferencia, y el tratamiento no tiene por qué durar toda la vida, aunque sus efectos positivos sí lo harán.

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  • childmind.org/article/detecting-childhood-anxiety/